El viejo arranca y su sombra en la pared monumental de la iglesia va lenta.
Se apoya a la dureza de una predicación excluyente, a la construcción de piedra de una fe atrofiada.
Y yo? Te espero bajo las nubes blandas.
Yo que en verdad debería prescindir de este amor fugaz,
soplando fuerte encima de un hombre de arena.
Granos y melancolía alimentarán mis mañanas,
hasta que tu ausencia dejará de doler.
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